miércoles, mayo 14, 2008

La carta (tercera parte)

VIII

Fue justo después de mi descubrimiento que empecé mi plan de escape, primeramente, tracé la estrategia, tenía que ser perfecto, que mi padre autorizará sin saber que me iría para no continuar con el teatro social que mi familia tenía montado desde que recordaba. Mi primera opción fue viajar al extranjero donde no pudieran monitorearme, pero inmediatamente lo descarté pensando en que me enviarían con alguien como niñera, para no perder el control sobre mí, tenía que pensar en el escape perfecto. Entonces recordé a mi tío en Los Ángeles, él era una opción viable, ya se había comentado en sus visitas, que el me recibía encantado de la vida en su casa. Viudo sin hijos, siempre me vio como una posibilidad de continuar, de alguna forma, su legado. Mi tío Eduardo, hermano de mi padre, era el reverso de la moneda, con su modo desenfadado, vivía en un mundo de relax, de fiestas, pero no eran socialmente aceptadas, aunque su discreción era impecable, sabía que en lo privado era un verdadero parrandero. Lo importante era que mis padres no conocían esta conducta y lo tenían como el hijo travieso y aventurero, con pequeños negocios que lo mantenían entretenido en la vida. Mi plan tomaba forma y me encantaba la idea. Ni en mis más locos sueños me hubiera imaginado que el destino me tenía reservadas varias sorpresas con mi decisión.

IX

Leía cada palabra y no podía contener mi alegría, afuera el sonido infernal se escuchaba ya en segundo plano. Me sentí seguro, pero no podía cantar victoria. Habría que pensar en un plan de escape de la casa. La situación era sumamente difícil, encontrar la forma de recorrer el camino hacía la ciudad, se veía imposible, pero una fe renovada y la alegría que sentía con el contenido de la carta y lo que representaba me motivaba. La euforia me llevó a un estado de relajación que no deseaba. Era como si el cúmulo de emociones me hubiera anestesiado, sentía que me desvanecía, aún cuando debía mantenerme despierto y alerta, mi cuerpo me exigía mantenerme despierto. La oscuridad era total, la paz que sentía me lleno paulatinamente de un sueño lento y cada vez más profundo.

El alarido más espantoso que haya escuchado en mi vida, fue el que me sacó de mi sueño y me puso en alerta, estaba seguro que algo o alguien estaba junto a mí. En los primeros segundos, lo primero que hice fue asegurar la carta en mi bolsillo y tomar el bat, lo que fuera estaba dispuesto a pelear. Mis sentidos se agudizaron a tal grado que podía sentir cada parte de mi cuerpo, mi respiración fue pasando de acelerada a pausada, los latidos del corazón los sentía en mi frente, a pesar del frío, gruesas gotas de sudor surcaban por mi rostro. Jamás, que lo recuerde, estuve en alerta con tanta concentración, podía escuchar con suma claridad, el viento en el exterior, como movía las hojas del naranjo, también escuchaba la respiración de tres de esos seres que se movían en mi búsqueda, entonces me di cuenta, que si yo podía escucharles ellos también me escuchaban a mí. Entonces, de manera automática mi cuerpo se silenció.
Era tal el silencio que empecé a escuchar los latidos de mi corazón, el miedo absurdo de que pudieran ellos también escuchar mis latidos, me llenó de un pavor indescifrable, volteaba a ver mi pecho y luego sentí como empezaron a mover la alfombra, sus uñas rasgaban la entrada. De pronto, el silencio se hizo grande, empezó a llenar todos los rincones, era tal que empecé a dudar de mi capacidad auditiva, no se escuchaba nada en lo absoluto, fueron segundos que se convirtieron en minutos, ahora ni las hojas moverse al viento era posible escuchar. Lo que pasó a continuación fue simplemente el caos. Disparos, pasos, aullidos, bramidos, ruido de pelea, por una pequeña hendija de la puerta que me protegía, se filtraba una luz intermitente, que se movía en todas direcciones, escuche voces y supe que mi fin estaba cerca. Una voz gritaba fuertemente que me había encontrado y solicitaba que le ayudarán a mover la puerta, por sus pasos supe que eran 3 hombres.

En ese momento, antes de abrir la puerta, escuché claramente como cortaba cartucho, conocía ese sonido de las tantas tardes que acompañé a los hombres de mi familia a cazar. Era una escopeta recortada de doble cabina. Como la del abuelo. La puerta se abrió y yo blandía el bat dispuesto a no entregar mi vida tan fácilmente.

2 comentarios:

Venus dijo...

Oye noooo me tienes en ascuas!!!! ya ehhh!!! mejor pasame el archivo completo a mi correo...

Anónimo dijo...

válgame... y yo que pensé que sólo serían tres partes. sigue super intenso. ¿cómo le vas a hacer para resolverlo?