Primera cita

¿Recuerdas tu primera cita romántica? Esa que te hizo preparar todos los detalles, que no te podías decidir por cual blusa o vestido usar, que te maquillabas mil veces y tu cabello lo peinabas y despeinabas una y otra vez, recuerdas que te preguntabas que ibas a decir o como ibas a actuar, incluso hablabas horas por teléfono con tu mejor amiga y te emocionabas por lo que iba a pasar, incluso detenías el tiempo imaginando el primer beso.

Y ahora que tienes más edad y experiencia, como para estar tan nerviosa. Preparas tu apariencia con igual esmero, pero hay muchas diferencias. Irás a ese lugar y en lugar de aquel muchacho tímido encontrarás a un tipo algo atrevido, te adaptaras a la situación e incluso te comportarás de igual forma, aunque dentro de ti hubieras preferido al chico tímido, que te mirara con ternura aunque no hablara.

La velada transcurrirá entre risas y una plática subida de tono, no hay romance. El primer beso se dará enmedio de la cena, casi como para asegurar que todo avanza conforme a lo establecido. A la salida del restaurant le entregaras tu corazón, así como entregaste los besos que antecedieron a este momento. La noche se convertirá en más oscura y llegará el momento de despedirse, si durante la cena no hubo romanticismo a estas horas de la madrugada mucho menos. En tu cabeza algo te dice que hubieras preferido no salir, te la has pasado bien, pero no es para nada lo que deseabas. Mañana despertarás queriendo ser de nuevo aquella adolescente que se emocionaba de mil formas por salir con ese chico especial, que tardaría horas en robarte un beso y que con sólo eso llenaba de magia esa noche y muchas noches más.

Curiosamente esa mañana cuando salgas de tu casa, pasaré enfrente de ti y sonreiré al saludarte de pasada, como todas las mañanas de hace tantos años, cuando tu y yo nos enamoramos y nos dejamos en aquella noche que tardaste tantas horas en decidirte que ponerte y como peinarte y que en un solo beso nos dejó tantos recuerdos y nada más. Tú me mirarás y te preguntarás porque y una lágrima inevitable correrá por tu mejilla y seguirás tu vida, así, de la misma forma que yo seguí la mía.