miércoles, abril 30, 2008

Comunicación

Descifrar los múltiples códigos existentes en un día y transformarlos en decisiones es un proceso sumamente complejo, donde se involucran la química, la física, la sociología, la cultura, en fin, todo el bagaje de conocimientos y de personalidad que cada uno de nosotros lleva consigo día a día.

En este océano de simbología, es realtivamente fácil el equivocarse al elegir alguna opción o simplemente tomar un camino para transitar. Lo que uno decide lo hace muchas veces sin pensar, basado más en el instinto, en lo que nos dice nuestro estómago, somos viscerales, en ese sentido. Y esta elección no necesariamente coincide con la de las demás personas. Es en este punto donde empiezan las diferencias, los problemas para entender, para comunicarnos efectivamente. ¿Cómo es posible que haga eso? es una de las preguntas más comunes, sin embargo, el responsable de las acciones, en muchas de las ocasiones, ni siquiera se entera del resultado de sus decisiones.

Es aquí donde el sentido común entra en juego, siendo el punto medio, el promedio de pensamiento de la gente. Más, debemos entender que en este proceso se involucran muchos factores -además de los arriba mencionados- que hacen más complejo este proceso de comunicación. Me refiero a las malas intenciones. Como seres humanos, tenemos cierta tendencia a la venganza, a odiar, a malinterpretar, a todas esas emociones que son igual de fuertes que el amor, pero en el extremo opuesto. Cuando tomamos una decisión, usualmente, va impregnada de sentimientos, claro, hablo de decisiones que involucren a otra persona (esto es muy común en las parejas).

Por lo anterior, es de suma importancia el tener siempre en mente, al momento de juzgar un comportamiento, que mensaje estamos transmitiendo en realidad para obtener que efecto.

Quizás esté de más este comentario, pero, la recomendación es:

"Esperar que las personas actúen de la forma en que nosotros queremos, es la más efectiva manera de decepcionarse".

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tomar las decisiones solamente desde la cabeza es vivir en un mundo incompleto y falto de sentido. Es necesario usar la cabeza, el estómago, los intestinos, las manos... hacer silencio y escucharnos a nosotros mismos antes de decidir y, una vez tomada la decisión, apoyarnos sabiendo que siempre se hacen las cosas desde lo mejor que se puede. Finalmente los errores siempre son bendiciones escondidas.

Con respecto a la forma en la que nos relacionamos con los demás, creo que no se trata de esperar a que los demás actúen como uno quiere, sino de entender que cada quien tiene su proceso y su ritmo, no por miedo a que nos decepcionen, sino por respeto a su propia individualidad. Quizás el principal problema consista en no entender eso que los mayas tienen tan presente en su saludo: "In lak'ech" - (Yo soy otro tú). Lo que nos enamora en el otro, lo que odiamos en el otro, lo que nos hace que subamos esa montaña rusa de sentimientos no es algo que esté efectivamente en la otra persona, sino en nuestro reflejo en ese espejo. ¿Qué te enoja de alguien? ¿Su egoísmo? Si eres capaz de ver el egoísmo en alguien más, es seguramente porque tú eres así en algún nivel. ¿Su miedo? ¿Su odio? ¿Su incompetencia? ¿Su apatía? Nada de eso verías, si no lo vivieras en ti mismo.
Uno vibra y vive de tal modo que jala a personas que son espejos de uno. Si uno cambia, esas personas se alejan de un modo casi mágico y vienen nuevas relaciones.
También habría que reflexionar un poco en esas expectativas un poco románticas que a veces se tienen con respecto a que la felicidad, el amor, la aceptación, tienen que venir de los otros hacia uno. La verdad es que lo que uno necesita está siempre dentro de uno mismo y las demás personas no tienen la obligación (ni están en la posibilidad) de darnos algo que tiene que originarse en el interior nuestro, aunque no lo sepamos reconocer.

Finalmente, incluyo una cita de Fritz S. Perls (el pretexto es usarlo como argumento de autoridad, pero la realidad es simplemente que me encanta):

"Yo hago lo mío y tú haces lo tuyo.
No estoy en este mundo para llenar tus expectativas
Y tú no estás en este mundo para llenar las mías.
Yo soy yo y tú eres tú.
Y si por casualidad nos encontramos, es hermoso.
Si no, no puede remediarse."