Elección

Como si no fuera suficiente el saber que la vida es difícil, se suma a esto, el tener que encontrar la alternativa correcta siempre, como si las cosas fueran tan simples como eso. Aunque las personas nos hablan de que tenemos la opción de elegir y aprender de nuestros errores.

Errores, todos pagamos tarde o temprano por nuestras acciones, algunos hablan del balance cósmico, otros de infiernos, tanto terrestres como aquellos que nos esperan después de nuestra muerte, las venganzas también pueden alcanzarnos, las envidias y por supuesto las infaltables coincidencias de que nos acontezca algo malo y que las personas piensen (e incluso nosotros mismos) que fue el castigo a nuestro actuar.

Esto nos lleva a la enorme tarea de encontrar la mejor forma de ser personas positivas, dejando de lado toda la envidia, el carácter, la ira, los celos, la ambición y otras tantas características que nos heredaron nuestros ancestros y que son parte del collage de sentimientos que nos conforman como seres humanos. O sea, en concreto, tenemos que ir en contra de la naturaleza, en contra de nuestras sensaciones que aparte han sido alimentadas durante toda nuestra vida, por nuestros padres, familia, amigos, maestros, sociedad, medios, en fin, hemos visto el ejemplo y debemos de oponernos a ser como hemos visto que es el comportamiento normal promedio de nuestro entorno. El mejor ejemplo que puedo poner es el socialismo contra el capitalismo. El socialismo no funciona simplemente por las características mencionadas líneas atrás, somos ambiciosos por naturaleza, queremos sobresalir, es natural, es la parte animal que se concentra en un porcentaje elevadísimo en nuestro ser.

Pero pensemos un momento, ¿Qué es lo que nos lleva a pensar que algo está mal? Las respuestas pueden ser muchas y muy disímbolas, hablamos de la escala de valores que nos formaron, el ambiente en el cual vivimos, las amistades y gente que influye en nuestras decisiones, la religión, la conciencia, etc. Son tantas las opciones que tendríamos que estar remitiéndonos a la ética, rama de la filosofía que se dedica, precisamente, a evaluar lo bueno y lo malo. En verdad algo bueno para mí, será terriblemente malo para otra personas y a la inversa. En verdad, hay cosas que no pueden ser absolutas.

En cuestión de elección, cierto que tenemos el poder de elegir las cosas que mejor nos parezca en el momento, pensando egoístamente, o bien, pensando en el bien dirigido hacia otra u otras personas. Precisamente esta decisión es la que nos hace ir en una dirección diferente a la que hubiera tomado si desidiéramos por otra. Clarifiquemos, si nos dicen que hagamos un trabajo en otra ciudad por un tiempo determinado y decidimos no hacerlo, estaremos en una ruta que definitivamente es diferente a lo que hubiera ocurrido si nos fuéramos. Seamos más precisos, si una amiga nos invita una copa para platicar y no vamos, puede que nos estemos perdiendo de la velada más importante de nuestras vidas, aunque aquí habría que apuntar que es probable que igual no pasa nada, pero... depende de lo que elijamos hacer durante la cita, si no intentamos ni siquiera un beso dadas las circunstancias, pues esa elección nos llevará a otra línea de vida.

Definitivamente nuestras pequeñas y grandes decisiones en cuestión de elección son las que van haciendo que nuestra historia de vida tome un sentido. De nosotros depende el curso de las cosas, de nadie más.

He ahí en estos detalles que se nos define nuestra vida, por ello es vital darle la importancia a todo lo que hagamos. Construyamos una secuencia de elecciones basadas en un criterio agudo de las consecuencias que tienen cada una de las decisiones en nuestra existencia, demos orden a las cosas y aprendamos de los errores para poder construir un presente más satisfactorio, con memorias del pasado que merezcan el recuerdo y un futuro que como ven, lo modificamos en una constante que no permite descanso. El mañana es tan maleable como ustedes quieran hacerlo.