Pues bien, regresamos del campamento tecnológico del Colegio de mi hija. Fue sumamente divertido, aunque algunas partes no tanto. Me encantó la convivencia en otro contexto social con mi pequeña, el conocer más de cerca al personal docente que tiene a cargo la educación de mi hija, parte de la preparación a futuro que tiene el colegio, la disposición de los padres (pocos padres para mi gusto) para con sus hijos, el descubrir algunos gustos especiales de mi hija y algunas cosas que le disgustan que mantenía ocultas, su trato social con sus compañeros.
Por otro lado, no me gustó, lo cansado del viaje, las pequeñas fallas en la logística, La incomodidad de dormir en sleeping bag, el calor al descomponerse el aire del autobus al regreso.
Sin embargo, en general, fue una experiencia maravillosa, que de existir la posibilidad la repetiría gustoso, porque de estas, siempre quedan memorias indelebles, que siempre volveremos a compartir y que no se desgastan.
Aunque ande todo adolorido, moreteado y raspado, el dolor físico no se compara al regocijo de mi espíritu, que voló libre y que, al igual que el efecto del arte en nuestras vidas, seguirá permeando un muy buen tiempo en mi cotidianidad.
1 comentario:
Que padriurix!!! Espero poder hacer con la mía -claro a su tiempo- esto que hiciste con la tuya...
El dolor físico no se compara con la experiencia, la convivencia y sobre todo el recuerdo que le quedo a tu hija...
Bien por tí!
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