En el ambiente aun se escucha la reverberancia de Love me two times de un Morrison inmortal que se niega a dejar el escenario. En la oscuridad confusa aun mi cabeza intenta conectar dos ideas cuerdas sin conseguirlo, es demasiado el alcohol que diluye el flujo sanguíneo e inyecta mi mirada de un rojo quemante, dejando solo desorientación y dolor.
Busco el equilibrio perdido y casi a gatas o mejor dicho arrastrándome encuentro el baño que me alivia un poco de los malestares. Trato de recordar que paso ayer. Por la oscuridad debe de ser de madrugada, intento inútilmente de ubicarme y el intentar recordar produce una migraña espantosa. Como puedo me doy una ducha percatándome de mi desnudez y maldigo de mis acciones que no conozco. Salgo y no encuentro toallas ni nada ni siquiera cercano a eso, empapado salgo deteniendo mi andar por las paredes. La luz tenue del baño me molesta y la apago, volviendo a la oscuridad inicial, ubico la silueta de la cama y por la ventana empieza a filtrarse un poco de luz del alba, me recuesto en esa cama ajena y fría. En ese momento siento en mi cuerpo los efectos de la baja temperatura y cubro mi cuerpo con una de las sábanas. Siento la humedad de mi cuerpo y rápidamente la transmito a mi cobertor, alargo mi mano para tomar otra sábana y siento un cuerpo en la cama. De un salto busco el interruptor de la luz y esté no funciona, como puedo me acerco a la cortina y la abro. La luz brusca del amanecer me deja ciego y mis ojos tardan en poder ver claramente. En la cama se dibuja una forma de mujer bajo la delgada sábana blanca que la cubre. Su rostro está cubierto por su larga y hermosa cabellera negra casi azul. En ese instante, la extraña mujer comienza a descubrir su rostro y mi corazón se paraliza, es un instante que corre en una anormal cámara lenta. Sonríes y te veo.
En ese instante en que tus ojos se fijan en los míos toda mi memoria se descarga en un segundo. La fiesta, el vodka, tequila, cerveza y quién sabe que más hizo que nos pusiéramos como locos en un frenesí lleno de risas. Ahora lo recuerdo perfectamente, cuando te tomé de la mano y te llevé a la recámara de mi amigo en el segundo piso, ante la complacencia y la risa de todos nuestros amigos, y aquí estamos esta mañana tu y yo, celebrando sin querer nuestro primer aniversario de novios. Me sonrío contigo y acostándome junto a ti, elaboramos un plan para justificar tu ausencia en casa y compartir de algún modo la preocupación de habernos perdido en el amor... y en el alcohol.
1 comentario:
!felicidades!!
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