viernes, junio 04, 2010

Nueva vida

Y de pronto todo se acaba. Ya no hay presión, ni urgencias. Simplemente todo adolece de importancia. La casa está sola, nadie me espera, eso es extraño. Los elegantes muebles que me rodean no me dicen nada. Enciendo la gigantesca televisión para distraer mis pensamientos y el vacío sigue ahí. Me pierdo en un millón de imágenes que no significan nada para mí. Estoy solo.

Voy a la cocina y me preparo un sandwich sin mucho ánimo, tomo una cerveza y salgo a la terraza y me dejo caer en uno de los sillones. De ahí la iluminación del patio trasero me indica que la noche es clara y que es ideal para una reunión con amigos o la familia.

El sólo pensar en mi familia reunidos y felices en este espacio, aumenta la sensación de abandono en que me siento. Justifico todos mis pensamientos de manera inútil. No hay nada que le de razón a esta situación. Nada. Estoy solo y es el resultado de mis decisiones, de mi obstinación en buscar el éxito económico en vez de la felicidad que da lo que realmente importa que es la familia y los amigos. Perdí la oportunidad y me quedé con los ladrillos y el cristal, dejando lejos el calor de un abrazo y la felicidad de un te quiero.

Termino mi cena y me encamino a la sala. Me siento abrumado con las manos en mi rostro y siento la humedad de unas lágrimas que no siento como brotan. Simplemente estoy llorando, mi corazón empieza a agitarse y me doy cuenta lo absolutamente tonto que fue el dejar todo por nada. Intento tomar el teléfono y un dolor agudo se apodera de mi cuerpo. Estoy inmóvil y una angustia se apodera de mi pensamiento. Esa angustia se convierte rápidamente en un temor agudo, pero no un miedo a morir, sino a no poder arreglar mis decisiones. Intento de nuevo moverme y llegar al teléfono y el único movimiento que mi cuerpo me permite es el de mis ojos. Volteo a todos lados buscando una solución. Empieza a subir un dolor de mi estómago a mi pecho, es insoportable y caigo fulminado como si un rayo acabase de golpear en mi corazón. Silencio. El dolor se ha ido y queda una oscuridad que lentamente se llena de una luz azul cielo, siento paz. El miedo, angustias y ansiedades han desaparecido, floto en esta luz y me siento feliz. Toco mi rostro y hay lágrimas, de pronto, llegan todos los recuerdos, frescos, mi hija, mi mujer, los amigos, mi madre, mis hermanos, mi padre, todos los que me amaban y que deje se me meten de nuevo por el pecho y me niego a aceptarlo.

En un grito que siento que desgarra mi garganta, abro los ojos y siento el abrazo cálido y amoroso de mi esposa que me detiene y me tranquiliza. Todo ha sido un sueño, un mal sueño se podría pensar, pero para mí, es la oportunidad de empezar de nuevo y hacer las cosas de la mejor manera. La felicidad que siento es definitivamente nueva y auténtica. Abrazo a mi mujer y la beso enamorado de nuevo.

Estoy convencido que Dios usa cualquier medio para enviar mensajes, me siento bendecido por este mensaje de vida para mí.

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