Con levísimas variantes ésta ha sido la cantaleta de los más connotados priistas y perredistas de nuestro País.
Hoy estamos en la fase final del ciclo foxista – calderonista y podemos afirmar que la mayoría de esos patriotas de opereta que afirmaron con voz emocionada las palabras que acabo de citar hicieron cuanto estuvo en su mano para que le fuera mal al Presidente Fox y le siga yendo mal al Presidente Calderón.
Los males que a la patria le han seguido por su conducta saboteadora y estúpida los tienen absolutamente sin cuidado: No tienen patria (ni matria), no la conocen, no la aman y les viene quedando más lejos que Zambia .
Para ellos lo fundamental ha sido demostrar que estos Gobiernos simplemente no han sabido gobernar, aunque bien se han guardado de decir que, tal como se presentaron las circunstancias, con un Legislativo mayoritariamente opositor, toda iniciativa de cambio y de gobierno estaba condenada a fracasar sin la concurrencia y el patriotismo de esta oposición primitiva y dinamitera.
Destaco aquí la condición hipócrita y taimada del PRI que fue el partido directamente agraviado, descobijado y damnificado por el triunfo de Fox.
Olvidamos demasiado rápido, pero yo conservo las imágenes y las palabras de próceres tan señalados como Dulce María Sauri y Roberto Madrazo, tan aparentemente dispuestos a cooperar y tan íntima y firmemente decididos a hacer tropezar una vez tras otra al nuevo Gobierno.
Estaban y siguen estando en actitud de haber sido directamente ofendidos y despojados.
En su pequeñísima mentalidad existe la convicción de que México es propiedad exclusiva del PRI. Hagan de cuenta que Dios les hubiera concedido una franquicia eterna.
Desde esta percepción elemental y tomando muy en cuenta todas las malas pasiones que tienen uso de suelo en la almeja (despectivo de alma) de un dinopriista pandilla que tenía secuestrado al País, era indispensable demostrarle a los mexicanos el brutal error que habían cometido al echarlos de tan mala manera de Los Pinos.
Según ellos, esto fue una magna injusticia histórica, un grave error, una radical pifia de la ciudadanía.
Por lo mismo, era prioritario demostrar que sólo el PRI sabe gobernar y consecuentemente, la malagradecida ciudadanía que había cometido la falta casi imperdonable de quitárselo de encima merecía un castigo ejemplar con el fin de que hiciera un acto de contrición, solicitara piedad y lo trajera de regreso a ese lugar que es suyo y solamente suyo.
En esto ha consistido la gran estafa. Están a punto de salirse con la suya.
A muchísimos ciudadanos ya los han convencido de que sin líderes “morales”, como Manlio Fabio, Bartlett, Montiel, Chuayffet, Madrazo, Gamboa Pascoe, Salinas, Palacios Alcocer y demás garrapatas parasitarias, México no puede sobrevivir.
Los razonamientos (es un decir) que los avalan son secreciones cerebrales del tipo de:
Serán rateros, pero saben gobernar.
Serán asesinos, pero mantienen la paz social.
Serán narcopolíticos, pero por lo mismo saben negociar con los cárteles.
Serán malos mexicanos, pero en el mundo globalizado la idea de patria no significa nada.
Todas estas contrahechuras se fabrican desde un terreno mediáticamente preparado y abonado por una taimada campaña que ha insistido en un punto:
Todos hemos querido ayudar a Fox y a Calderón, pero los pobres no tienen operadores ni capacidad de negociación.
Pregunto: ¿Quién puede “operar” con Manlio Fabio, o quién puede negociar y llegar a acuerdos con un traidor de tiempo completo como es Madrazo?
Leer todo esto como una defensa de Fox sería mi fracaso como escritor. Mi pretensión es otra. Lo que quiero decir es que Fox es un ser limitado (al Norte por su falta de oficio e ingenuidad y al Sur por su señora), pero al mismo Cristo resucitado que hubiera llegado a Los Pinos no le hubiera ido mejor rodeado de esa legión de Judas Iscariotes con los que había que lidiar.
El también hubiera sido víctima de la gran estafa. Al final del día, ellos pretenden decirnos que los grandes culpables de 50 millones de pobres son Fox y Calderon, y que ellos, por más que quisieron ayudarlo, no pudieron, pero eso sí, constituyen nuestra gran esperanza.
Lectora, lector querido: ¿Deseas que estos bichos vuelvan a infestar Los Pinos?
Si no es así, envía éste mensaje a tus conocidos para que lo podamos evitar.
Germán Dehesa
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