El hombre más feliz del mundo
Fuente: pacotraver.wordpress.comEste fin de semana se ha hablado mucho de Mathieu Ricard, el hombre más feliz del mundo al decir de los expertos de la Universidad de Wisconsin donde al parecer ha sido sometido a toda clase de pruebas de resonancia nuclear magnética con las que apoyar dicha afirmación.
Mathieu que es un monje tibetano budista ya era famoso antes de esta declaración de la universidad de Wisconsin, y lo era por ser hijo del filósofo Francois Revel, recientemente fallecido a la edad de 92 años, ambos se hicieron famosos hace mas de 10 años a través de un libro llamado “El monje y el filosofo” donde padre e hijo mantienen un dialogo teosófico muy interesante, Mathieu trata de convencer al padre de su elección religiosa, algo que el propio Revel no llegó a entender nunca, ya que su hijo era un valor emergente en biología celular, una carrera que abandonó abruptamente en favor de la vida monacal. De aquel libro se vendieron millones de copias y su interés venia de la confrontación de argumentos laicos defendidos por Revel con los argumentos budistas defendidos pro Mathieu. Mi opinión cuando leí aquel libro es que la cosa había quedado en tablas, es decir que ninguno consiguió mover al otro de sus posiciones iniciales y que el padre siguió sin entender la postura del hijo.
Ahora después de un tiempo de silencio Mathieu ocupa la primera plana de las novedades en esa “industria de la conciencia” que se nos viene encima, pero esta vez, como novedad, avalada con estudios “cientificos” que corroboran que Mathieu es feliz, el hombre mas feliz del mundo, nada mas y nada menos. Y yo lo que me pregunto ahora es ¿como saber quien es más feliz que quién? ¿Con quienes se ha comparado la supuesta felicidad de Mathieu? O más ¿en qué consiste la felicidad y cómo se mide?
La felicidad es una abstracción, como la belleza, la libertad o la dignidad, Digamos claramente que no puede ser medida, ni atrapada como una magnitud, no puede cuantificarse, pero a cambio de eso puede ser experimentada. Experimentada por el individuo concreto, de uno en uno, pero no puede ser traducida en señales o transmitida, tan sólo puede ser exhibida como un modelo a exportar. Y eso es lo que me parece que está sucediendo con el caso e Mathieu. Digamos también claramente que no existe resonancia magnética alguna que permita visualizar la felicidad y que la RM solo es capaz de detectar qué zonas del cerebro son estimuladas y en función de qué estímulos,
Dicho todo esto que en realidad ocurre bajo la falacia pre-trans, es decir la manía de tratar determinados ideas abstractas como si fueran realidades tangibles y por otra parte a las realidades fenoménicas como si fueran categorías cerradas, he de decir que en el modo de pensamiento yóguico hay una herramienta muy poderosa de alcanzar cierto bienestar mental, cierta armonía y cierta paz interior, otra cosa bien distinta es que se propongan determinadas herramientas espirituales como tratamientos alternativos de la depresión como parece desprenderse de los investigadores de Wisconsin:
http://espiritualidadypolitica.blogspot.com/2007/04/declarado-el-hombre-ms-feliz-del.html
Lo que me lleva a plantearme otra pregunta ¿como es posible que los occidentales no hayamos sido capaces de generar herramientas espirituales útiles para el consumo diario de nuestros ciudadanos? Si exceptuamos la oración y determinados rituales que cada vez disponen de menos seguidores es evidente que las técnicas espirituales cristianas han perdido la batalla primero frente al materialismo consumista y ahora parece que van a volver a perder la siguiente batalla frente a tecnologías potentes y fuertemente arraigadas por la tradición como esa fusión chino-hindú que en su concepción del mundo arrastra a no pocos seguidores europeos atrapados en la falacia pre-trans y que buscan la felicidad en alguna parte, en alguna práctica, en algún culto y que se topan al final con la verdad que no es otra sino admitir que la mejor manera de ser feliz es renunciar por completo a serlo y limitarse a serlo cuando se es feliz, sin buscar la repetición, y mucho menos buscarla en algún lugar físico. No hacer nada es la opción, salvo disfrutar el momento.
Ahora bien, lo que estoy proponiendo no es ejercer una pasividad absoluta frente a cualquier búsqueda, algo que seria inasumible para un occidental que busca mejorar su bienestar mental, efectivamente la máxima taoísta de “no hacer nada” no podría ser seguida por nadie: hasta Mathieu hizo algo al respecto, refugiarse en un convento budista en el Tibet. La acción es necesaria para contrarrestar el circulo repetitivo al que nos lleva la secuencia circular de la mente: fenómeno-conocimiento-memoria-pensamiento-acción.
Si no hacemos nada la secuencia quedará detenida en el pensamiento y una nueva vuelta del bucle, si hacemos algo, modificaremos el hecho fenoménico que a su vez iniciará una nueva vuelta pero con una novedad, al cambiar el fenómeno, el conocimiento adquirido en segunda intención será distinto y también la memoria se verá afectada, de manera que todo conocimiento nuevo cambia nuestra mente, se trata de un hecho conocido: ninguna mente es igual a la mente que tuvimos ayer, porque todo aprendizaje (conocimiento nuevo) nos cambia, pero paradójicamente para que exista un conocimiento nuevo que ejerza como nuevo es necesario que exista una realidad fenoménica nueva que a su vez solo podrá ser nueva en tanto nuestra acciones cambien. Y si hacemos algo lo que lograremos es que el circulo -el bucle repetitivo- se transforme en una espiral.
Hacer siempre lo mismo es la peor opción si queremos aprender algo nuevo. Hacer una cosa distinta sin embargo cambia las primeras fases del ciclo pero no asegura a fin de cuentas, un aprendizaje nuevo porque la memoria trata de engullir lo nuevo al compararlo con lo viejo. De manera que se imponen dos ejercicios constantes, Conseguir la estimulación de lo nuevo, algo que procede de nuestras acciones en el mundo y asegurarse que lo nuevo no es inmediatamente engullido por lo conocido, por lo viejo. hay que aprender a arriesgarse -mentalmente hablando- y a conseguir en este sentido una cierta audacia intelectual que nos permita “ver lo nuevo” y verlo sin prejuicios, es decir sin compararlo con lo viejo.
En realidad es cierto que los humanos estamos determinados por el pasado, condicionados, atrapados en un bucle sin fin al que llamamos neurosis para entendernos, es natural puesto que el pensamiento procede de la memoria y es a su vez memoria. La neurosis de Mathieu procede del hecho de ser hijo de un reputadísimo intelectual francés, la solución que encontró para “superar al padre” es demasiado radical y por tanto no puede proponerse como modelo ni como testimonio útil. La solución que encontró: romper con todo su pasado y también con el pasado de su estirpe es difícil de seguir, y yo propongo una mirada nueva sobre la felicidad y el bienestar mental que sea compatible con lo que los occidentales llamamos modelo de desarrollo o bienestar, yo creo que es posible vivir feliz con menos conventos y más carreteras.
2 comentarios:
wow, es interesante leerte. Yo creo que no basta con buscar la felicidad, lo mejor para nuestra vida y para los que nos rodean no siempre nos hace feliz sino que provoca una revolucion. Esa revolucion nos puede llevar a la felicidad o a la satisfaccion pero aun asi, la felicidad para mi, de nuevo mi perspectivia solamente, no depende de las circunstancias sino de esa paz interior que no cambia a pesar de todo, sin tener que aislarte del mundo.
Estimado porque no me dijo ayer que estaba hablando sobre este señor y su felicidad sín límites e inesplicable!!??, soló pensando que vivía ya, en otra frecuencia
que decirle,nada
saludos y buena suerte
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