En el reposo que provoca el cansancio natural de la batalla, se empezó a planear el siguiente paso de un posible contraataque, la estrategia se fraguaba en una calma inusual, donde todo aparentemente era normal, nunca, ni en sus más alucines sueños hubiera imaginado lo que ocurría en los alrededores de nuestro sistema solar, donde un planeta invisible a nuestra limitada visión del cosmos, planeaban en un complejísimo proyecto de invasión de nuestro sistema solar. Con una inteligencia bélica casi perfecta, los guerreros del planeta Zhu eran fieros mercenarios que nunca habían perdido una batalla, mucho menos en un campo de acción tan conocido y perfeccionado por ellos: la mutación de bacterias, que estaba comprobadísimo que era la forma más efectiva de lograr vencer a cualquier enemigo o espacio por conquistar.
El Comando que llegaba en ese momento a una reunión de evaluación se encontraba desconcertado por el hecho de haber sido vencidos por alguien tan insignificante en aparencia como un médico común y corriente y un portador tan idóneo para desarrollar la mutación que les permitiría conquistar al planeta Tierra. El contraataque debería de ser devastador, de eso se trataba, de encontrar la forma de ser precisos en este último intento por desarrollar el arma más perfecta del mundo y poder completar sus planes de victoria en el sistema interplanetario.
Continuamos...