Hace tiempo que no se perdía en la inmensidad de la lectura, pero aquel libro le había cautivado, no sabía si era por el hecho de que su tiempo libre era ahora más o simplemente el hecho de querer perderse, de ausentarse de lo que su vida era en ese momento. Leía con una avidez poco usual, pero deliciosa, sus ojos viajaban a una velocidad impresionante por las líneas, devoraba las hojas demasiado rápidamente que incluso sentía el temor de que se terminará y el continuara con sus ansias de ser el protagonista de la historia, no por una identificación con el personaje, simplemente por hacer y sentir en otro cuerpo, en otro entorno, en otra época, de alguna forma tenía que apartar su pensamiento de la realidad y el encontrarse con la posibilidad de hacerlo en esta novela, era ideal, por lo menos en ese momento. Odiaba el ruido de los autos a lo lejos, lo distraía hasta las voces lejanas de la gente que pasaba frente a su apartamento, odiaba el sonido del teléfono celular, el cual sin embargo, se negaba sistemáticamente a apagar, era su única conexión en ese momento con el mundo exterior, el cual, irónicamente, quería abandonar para siempre. Sentía coraje hacia sí mismo, por el sólo hecho de pensar en ello, no quería dedicarle ni un segundo a ese mundo que en contubernio quería joderle la vida, así lo sentía, ni más, ni menos.
Todo empezó tan sólo unos pocos meses, quizás un poco más de un año, donde las cosas se tornaron súbitamente difícil, particularmente en el sentido fortuna, la suerte se tomó vacaciones de su vida, sin previo aviso, no fue paulatino, de pronto se vio envuelto en un sinfín de problemas, a los cuales le llamaba retos con el afán de hacerlos parecer diferentes y un poco menos molestos, estos retos, se sucedieron uno tras otro, sin querer detener su cascada de congojas e incomodidades en su más bien divertida vida. No es que viviera holgadamente ni en la opulencia, sino que simplemente le parecía adecuado, vivir de la manera más intensa posible, con algunos lujos, pero nada excesivo. Pues bien, lo que antes le funcionaba para mantener ese estatus, de pronto se vio amenazado por una crisis, a la cual enfocó sus energías para solventar. Se consolaba diciendo que era algo momentáneo y que si la vida no presentaba cambios sería tremendamente aburrida, en eso fue dedicando tiempo, pero cada día le representaba un esfuerzo mayor, del cual no se retribuía nada en lo absoluto, hablando económicamente. La desesperación llegaba y con un gran dominio de la situación lograba cambiar su mentalidad en el positivismo. Sin embargo las cosas se veían cada vez más feas, el panorama antes alentador, se tornaba, oscuro y visiblemente complejo y quizás peor, sin ninguna alternativa de solución inmediata.
Dicen que si tu problema se arregla con dinero entonces en realidad no tienes problemas, pero decirle esto a quien ha vivido la angustia de verse acosado, el estrés de tener que afrontar las embestidas de todos los que justamente requieren los pagos, sin poder ofrecer certeza en cuanto a la fecha de poder cumplir con los compromisos adquiridos, es sumamente desesperante. Si bien es cierto que es de más fácil solución que algo irremediable como una enfermedad terminal, la muerte o el pago de impuestos, nadie dice que sea pronta la respuesta. En esta situación Luís sentía que la vida le estaba jugando una mala pasada, que el destino se estaba torciendo en una espiral maligna, perversa, casi en un embrujo, muchos días pensó en esta última posibilidad. ¿Quién le odiaría tanto como para salarlo de esta forma? Encontraba una larga lista que igual como la hacía así uno a uno iba desechando, no podía imaginar siquiera que alguien quisiera hacerle algún mal, él siempre creía que su personalidad arrolladora y casi podría decirse encantadora, pudiera provocarle enemigos; si, quizás alguno que otro le caería mal, pero no tanto como para perder su tiempo en conjurar con magia negra y hacerle un mal de ojo. Claro que él era muy inteligente como para creer en esas supersticiones, eso lo dejaba inmune a esas farsas, pero algo dentro de su intuición le pedía una razón sobrenatural a esta racha de mala fortuna.
Ciertamente, en su vida se habían suscitado algunas temporadas malas, pero ésta en particular era, por mucho, superior en todos los órdenes. Nada parecía tener arreglo, todas las posibilidades se cancelaban, las puertas antes abiertas se cerraban sin más en su cara, los amigos se desvanecieron en la nada y los que siempre estaban ahí, ellos parecía como si su mala suerte les estuviera contagiando y decidió alejarse, más bien, ocultarse de ellos, como apenándose de su mala racha, como si se tratase más de una enfermedad infecciosa y tuviera un temor a difuminar el mal que sentía crecía dentro de él.
Para Luís, su trabajo representaba aparte de una manera de obtener un buen ingreso, la mejor forma de mantenerse ilusionado, creativo, inteligente, en una palabra: vivo. El diseñar programas para computadoras le permitía la libertad de elegir su horario, su espacio y sobre todo manejar a su antojo el tiempo libre. Por poco que este fuere, para dedicarlo a sus pequeños vicios, videojuegos, refrescos en lata, cigarrillos y una pasión inusual hacía las historias, sea cual fuese el medio para presentarlas, televisión, libros, revistas, cine, videos, comics, y cualquier otro medio que le presentara la posibilidad de sentir otras vidas, otras formas de ver el mundo y aprender a sentir esas historias como si él mismo tuviera el poder de convertirse en alguno de los personajes de esas historias, él cual no era siempre el protagonista principal, podía ser cualquiera, sobre todo aquellos que representaban una vida diferente, traumática, torcida, eso le enardecía, era todo un consumidor de estas vidas y era su válvula de escape.
Aventurarse era algo que le apasionaba, sin embargo, en su vida jamás se había atrevido a ir más allá de lo que le permitían sus impulsos reprimidos por tantos años de creer que no era posible que alguien como él pudiera tener la opción de aventuras, eso no era factible ¿Porqué pensaba así? Porque creía que su vida era limitada, su aspecto físico, su inseguridad, su prepotencia, su inteligencia muy por encima de los demás que aparte le molestaba su incultura, su frivolidad, su carencia de objetivos claros en la vida, aunque irónicamente él era el mejor ejemplo de lo que esto significaba.
Desde niño supo que era especial, su familia lo ignoraba, a grado tal que en innumerables ocasiones podía perderse por horas en casa de algún compañero de estudio, en alguna biblioteca o en caminar sin rumbo hasta altas horas de la noche, sin que nadie se preguntara por su paradero. De hecho al arribar a casa, nadie se molestaba en reprenderle su comportamiento. Los maltratos rara vez fueron físicos, más bien encajaban en lo psicológico. Cuando los recuerdos de la niñez llegaban, Luís sentía que debía evadirlos, que no eran correctos, que a pesar de entender que todo lo que le aconteció en su infancia es lo que lo moldeaba como lo que era y que en la realidad no había mucho que reclamar, era alto, moreno, no era feo, sin llegar a la guapura, tenía un aspecto sano y una sonrisa melancólica que era su encanto, aunque el jamás lo aceptara de está forma. El se suponía un ser más común que los comunes, su timidez que disfrazaba con una máscara de autosuficiencia e intelectualidad, le mantenía alejado de la posibilidad de amigos y mucho menos de encontrar el amor.
Es claro que a lo largo de su vida había sentido la luz del amor en su corazón, pero siempre se sintió muy poca cosa para siquiera acercarse a esas mujeres que le deslumbraban, aún cuando hubiese podido acercarse, estaba convencido de la imposibilidad de articular palabras congruentes. Pese a ello, era un vendedor de ideas nato, se desenvolvía con una facilidad arrolladora, su creatividad lo llevó ha alcanzar el reconocimiento del mundo de las computadoras en su época de estudiante y ahora en el fascinante universo de los videojuegos, él no sólo se consideraba el mejor, sino que no necesitaba ni siquiera hacer un gran esfuerzo para alcanzar metas satisfactorias tanto para las empresas que contrataban sus servicios como para lo que él mismo esperaba de su trabajo. Pensaba que si realmente desarrollara todo su potencial nadie lo entendería o bien, lograría un parteaguas en la historia y Luís no quería para nada la fama, ni la fortuna, él quería paz y tranquilidad financiera que ahora gozaba.
Por eso no entendía que es lo que estaba pasando, como era posible que la gran empresa para la cual había enviado siete proyectos cuando le requerían solo dos para avanzar al siguiente nivel, le hayan regresado sus proyectos por no ser lo que ellos necesitaban. ¿Qué sabían ellos de eso? Él era el maestro del videojuego, había creado los últimos siete grandes éxitos comerciales de la empresa y ahora le negaban la posibilidad de estar tranquilo financieramente. Nunca pensó que algo así le pasaría, por ello, ahorrar no estaba en su pensamiento, dado que con la cantidad que recibía por su trabajo alcanzaba perfectamente a cubrir su vida y el resto lo derrochaba en encontrar historias que le movieran a una subvida que le devolviera a su burbuja aislada que era su vida pueril, la cual reconocía no había terminado aun.
¿En realidad era eso? ¿Una regresión al inicio de su vida? Ahora que inconcientemente dejaba de lado la historia que lo atrapó durante algún momento, ahora le parecía sosa, casi vulgar, igual que la mayoría de las historias que había leído anteriormente. En estos pensamientos distrajo su atención del libro, el cual empezó a odiar, lo tomó fuertemente como queriendo despedazar ese atrevimiento que por un momento fue espectacular para caer en lo trillado y simple, sin rebuscamiento, al no lograr más que sentir la suavidad del empastado se asqueo y lo aventó lejos como si de un animal asqueroso se tratase, quería borrar de su cabeza las interrogantes que le empezaban a llegar como bombardero, haciéndole titubear en lo que debía hacer. El libro, las memorias, sus problemas actuales, la ausencia de alguien a quien acudir, todo esto se libraba como desbordándose de un gran vaso remendado, donde ya no se podía verter ni una sola gota de pensamientos, la incontinencia absoluta.
Y como si esto le llevará directamente a la locura, empezó a temblar, lloraba, no sabía ni el porqué, pero lloraba como nunca recordará haber llorado, ansiaba tener a alguien que le consolará pero él sabía que ese alguien no existía, ni se permitía el hecho de pensar que pudiera existir, la miseria de lo que se era en este momento le reflejaba una caricatura, pero no cualquier caricatura, sino la peor de ellas, la que ni siquiera han autorizado, aun en boceto, sólo era trazos de una idea sin completar, líneas que se perdían en una inmensidad enorme y distante. Veía sólo en azul, como el océano que se lleva todo, ahí se veía, como en una balsa, perdido, sin ninguna posibilidad de salvación. Sus sentidos se fueron apagando lentamente, habían pasado casi tres días que recordaba estar encerrado leyendo y ya no podía seguir, no por ahora, la oscuridad le penetraba el cuerpo, sentía que la luz se apagaba muy lentamente y que su cuerpo ya no generaba ningún esfuerzo para continuar, cerro los ojos involuntariamente y la última imagen que recordó fue la del libro que estaba en desorden y sintió un pequeño remordimiento que se alejó instantáneamente para dar paso a la inconciencia.
El día estaba empezando cuando se quedó dormido, afuera, en el mundo real, las cosas avanzaban de modo particularmente acorde a los sentimientos de Luís. Efectivamente las cosas no iban de la mejor manera, pero aun venían acontecimientos que darían un giro inesperado a las cosas. Pero no es así en realidad la vida, que nos presenta las cosas más inverosímiles que nos podamos imaginar.
Los golpes en la puerta se escuchaban a varias decenas de metros de su puerta, eran las nueve de la mañana, el agotamiento no le permitía escuchar nada, ni soñar nada, ni manifestar nada, incluso sus signos vitales estaban minimizados al máximo, quien le hubiera visto lo hubiese dado por muerto. Los golpes en la puerta cada vez eran más y más insistentes, pero también más espaciados, como cerciorándose de que el departamento estaba solo.
Y en realidad estaba solo, nunca había estado tan solo, la habitación se reducía a un cúmulo de objetos inanimados incluyéndole a él, que en ese momento había disminuido su respiración, sus latidos al mínimo, a un nivel inaudible, el cual incluso hubiese engañado al médico más experimentado, porque realmente su palidez, su rigurosidad era mucho más tétrica con la escasa iluminación persistente a pesar de ser un día bastante soleado.
Continuará...
1 comentario:
wow... no había leído esta historia sin nombre... simplemente wow... Me identifico en muchos aspectos con "Luis"...
Seguiré buscando otros post que no he leído... Ahora que tengo un poco de tiempo.
2Besos!
Publicar un comentario