Quienes construyeron el pasado y lo resolvieron por nosotros, nos convierten en los antecesores de las próximas generaciones que esperan les resolvamos los conflictos que nos atañen. Es la historia la que nos exige actuar.
Quienes nos enseñaron a amar de mala forma, que nos llenaron de perjuicios y tabús, ahora nos exigen dejar los valores de nuestros hijos y nietos; generaciones que empujan fuerte y barren con la poca moral que existe en un mundo lleno de mensajes contrarios a lo que pensamos que es ético.
Quienes nos enseñaron a respetar, siempre y cuando nos respeten. A ellos debemos la violencia intrínseca de nuestras almas que explotan por nimiedades. Por ello debemos modificar nuestro interior, por ellos, los que nos siguen debemos de pensar en cambiar el mensaje del más fuerte, por un mensaje de paz.
Quienes nos llenaron de ideas raras de nuestros vecinos, de nuestros hermanas, de nuestro prójimo, ahora debemos de intentar por sobre nuestros instintos el perdonar, el tolerar, el entender que vivimos carentes de sentido, carentes de apreciar lo hermosa de la vida.
Quienes, siendo nuestros ancestros, nos programaron en una vida más bien básica y antigua y que nos hicieron desconfiados y temerosos de Dios, por nuestras futuras generaciones, debemos saber que la vida es la oportunidad de vivir de manera intensa el amor.
Porque el amor es la clave para vivir de forma abosluta la experiencia de existir.
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