Hoy, soy feliz

Me tomé la libertad de ilusionarme. Hace tiempo que esto no me era permitido, esencialmente porque me negaba a hacerlo. Hoy, vivo así, ilusionado. Pero no es el estúpido sentimentalismo de ilusionarse simplemente sin pensarlo, llanamente sintiendo. Es algo que mezcla la experiencia y el revolotear de mariposas pero ordenadamente. No es ya la explosión de hormonas que te hace cometer locuras, es simplemente el volver a creer que se puede sentir eso que la mayoría cree que es el amor.

Sí, hablo del proceso químico que provoca el saberte observado, analizado y que ella sabe que tu también la ves y que no te es indiferente. Es el compartir miradas, un saludo, un beso en la mejilla que aspira a detener ese momento o por lo menos postergar el poder tocar tus manos o sentir tu calor en el abrazo rápido de despedida, ir al cine, tomar un café... Es el conocerte enmedio de una charla compartida, debatiendo sobre esos temas que compartes y los que no, también.

Es saber que no es algo momentaneo, que tu interés se vuelve serio, pero tu humor se dispara y te energiza. Es encontrar la llave para continuar creyendo en la posibilidad tangible de alguien que comparte la misma búsqueda. Todo está en eso, en este momento está bien así. Hoy sonrío porque me devuelve la capacidad de creer en mí y en lo que siento. Porque me siento increíblemente libre y sobre todo me siento yo mismo. Auténtico. Real para alguien. Palpable. Un ser dispuesto a amar y dejar que le amen. Y ante esa posibilidad nadie puede negarse. Nadie.

Hoy, soy feliz.