Hoy la ciudad está diferente, sus luces ya no brillan igual, por lo menos para mi. Estoy en una sinergia tan diferente a mi, a lo que soy. Transito por las calles de mi Hermosillo y ya no me sabe igual. Ese aire pleno y libre que me llenaba, que me deleitaba, que me asombraba ya no existe. Los detalles que antes me hacían sonreír se perdieron y ni cuenta me dí. No me enteré qué cambios ocurrieron ni cuando pasó, repentinamente el tobogán de las inquietudes y el estrés me atrapó y ya no me permite salir de su torrente.
Sólo tengo la certeza de que estos cambios no son palpables por el resto de la población, la perspectiva que se proyecta está en mi cabeza y se niega sistemáticamente a abandonarla.
Algún día, espero pronto, me devuelva mi capacidad de asombro, para descubrir que mis calles, mis parques, mis edificios, mi cerro de la campana, mis atardeceres siguen siendo los mismos que me hinchan de orgullo.
1 comentario:
Quizás lo que te hace falta es enamorarte ...
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