Estaba de regreso en la soledad de mi cuarto, oscuro, era quizás poco más de medianoche. El sueño estaba de nuevo ausente de mi y en venganza yo me ausentaba de él. Estaba pensando en nada, cosa imposible, pero créanme, así era. Mi mente estaba ausente, en trance, no sabía que las cosas podrían ser así y que el destino me llenara de tantas tribulaciones. Por primera vez en mi vida me sentía vacío, completamente seco de esperanza, no quería saber nada de la existencia del mundo, empezando por mí. Tener conciencia de mi cuerpo, de mi propia respiración, era demasiado insoportable, quizás por ello me sumergí más y más en esta espiral de insensibilidad que me daba una aparente tranquilidad.
Los latidos de mi corazón empezaron a escucharse claramente, aunque su ritmo decayó junto con mis ganas de saber de la vida. Ahí estaba el golpeteo constante contra mi pecho, empecé a sentir como la sangre circulaba y en un viaje inconsciente me sumergí en mi torrente sanguíneo y viaje por todo mi cuerpo, era una sensación de bienestar que no sentía en mucho tiempo, traté entonces de salir del trance para sentir de mejor manera la experiencia, pero mi cuerpo no respondía, estaba en una euforia que encontré sin buscar, era diminuto y no importaba, era parte de mi interior, llegué al cerebro y pasé por mis brazos, piernas, torso y volvía al corazón para salir disparado con nueva fuerza de nuevo en un tobogán de sensaciones. No sé cuanto tiempo duro el éxtasis, pero me fui perdiendo en esa alegría inusitada para enfrentar el miedo a la locura, que me provocó un ataque de risa silencioso. Por dentro reía o simplemente estaba contento ¡Qué importa! Lo realmente importante era saberme vivo... Entonces llegó a mi cerebro una alerta. Como un golpe seco y poderoso me sacudió. En una sola palabra me aturdió y me tomó totalmente de sorpresa, locura, eso es, estoy loco. El solo pensarlo así, hizo que mi ser se sintiera desesperado, en mi vida había visto casos de locos y me aterraba terminar así, sin controlar la razón, era algo inaceptable.
Sentí frío, era un frío totalmente inusual, salía de mí, desde mis entrañas y me hacía temblar. Ahí vi claramente que nunca debí dejarte ir. Que el orgullo ahora no importaba nada, que la razón estaba siempre en ti y que en mi ceguera egoísta no pude separar lo importante de lo superficial y ahora lejano en distancia y tiempo me veo atrapado en este vacío terrible, que me asfixia y sí, eso es lo que quiero, enloquecer, es lo más fácil. Al pensarlo me doy cuenta que pretender perder la razón me aleja instantáneamente de ello. La cordura y el pensamiento están, ahora lo sé, intactos, más bien diría que pienso mucho más claramente que nunca. Pensar, eso hago, entonces, si estoy pensando quiere decir que no estoy loco, mucho menos dormido, puesto que mi conciencia está bastante despierta y hasta siento que sonrío. Debo despejarme de esta luz. Pero no puedo ver nada, hacía donde voltee hay vacío, intento mover mis manos y no siento mi cuerpo, soy sin ser, la luz me ahoga, intento hablar y mi boca no emite sonidos, no soy yo. Sin embargo, no siento temor, sólo paz, calma, siento que avanzo, que transito, me dejo llevar por esta corriente de luz, es amor, eso es, amor...
Fade out...
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