Una nueva forma de ver la vida.
Se dice fácil, pero no lo es. Cargamos con tantas cosas que nos programaron nuestros padres, familia, amigos y más que nada las experiencias. Intentar modificar nuestra vida en cualquier aspecto requiere un enorme esfuerzo. Existen técnicas que se desarrollan pensando en una nueva programación o en la repetición de una nueva actividad para convertirla en una nueva costumbre, algunas funcionan, otras no.
Existe la posibilidad de una programación abierta y continua, donde el cambio esté presente diariamente, con cada acontecimiento, cada pequeña situación, donde el aprendizaje sea la constante. Esta es una forma de ver el mundo más dinámica, que cada día nos dejaría algo nuevo. Esto no es una novedad, desde tiempos remotos nos han venido diciendo que no perdamos nuestra capacidad de asombro, que vivamos intensamente las cosas, que veamos con los ojos de nuestra infancia, cuestionando todo, para encontrar las respuestas creativas que nos hagan vivir de mejor manera y sobre todo alimentando a nuestro espíritu.
Los cambios nos llevan a estados de conciencia diferentes a los usuales. Adaptándonos es como aprovechamos mejor esta circunstancia. La vida no es una rutina cíclica y repetitiva que termina ahogándonos en una vida vacía. La vida son todos y cada uno de los pequeños detalles que hacen que nuestras horas valgan la pena. Llegar a esto no es algo mágico. Es necesario hacer una introspección honesta y tomar la decisión de ser mejor. Paulatinamente vamos a tener una nueva forma de apreciar nuestro entorno, veremos en las personas luz o su oscuridad, empezaremos a creer en la intuición como creemos en nuestros sentidos.
Cuando empezamos a descubrir la esencia de las personas, de las cosas, del trabajo, del amor, de la amistad, nuestras existencia se empieza a iluminar, comenzamos a ver en donde no veíamos nada, a descubrir sensaciones en donde había carencia, a emocionarnos con pequeñeces. Vale la pena.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario