Eres nada.

Y sólo lo escribo sin saberlo, armando palabras al azar, donde tu nombre se escucha mil veces, donde se atrapa en el mar, agitado, turbio y frío de una noche que pretende mi mente olvidar,
ahí te presentas en mil formas irrepetibles de un azul profundo, oscuro e imponente, de sal.

Tu cabello se arremolina y al cerrar mis ojos aun lo siento acariciar mi pecho mientras te amo,
no es posible tranquilizar los latidos galopantes que revientan mi pecho sin mediar castigo,
en este momento tiemble mi piel completa, erizando los sentimientos encontrados de saberte,
aun no sé como enfrentarte después de odiarte, mejor dicho, pretender odiarte sin lograrlo.

Llegas con tu garbo irremediable como diva eterna que castiga el suelo con tus pasos y tu voz,
esa voz que me hace titubear ante el sólo hecho de saberla conocedora de mi nombre, tu voz,
te miro y descubro que no es lo mismo, de hecho ya no eres la misma, todo en ti ha cambiado,
o quizás sea yo el que cambió, no lo sé, pero tu efecto se ha perdido, eres cualquiera, eres nada.

Eres nada...