Siempre la imposibilidad de realizar algo, sea esto lo que fuere, genera una frustración directamente proporcional a las ganas que tengamos de ello.
Esto no es ninguna novedad, pero entenderlo hace que las emociones sean de alguna forma atenuadas, ya que es bien sabido que hay que dejar salir de nosotros esos sentimientos que de otra forma se quedarían atorados y provocarían una especie de embotellamiento emocional del cual sería complejo salir.
Hoy vivo enteramente dispuesto a sentir, a experimentar con la vida, las cosas que considere buenas o que, en el peor de los casos, no haga daño a nadie, especialmente a mi.
Seguimos abiertos de mente para escudriñar los pequeños detalles que hacen de la vida un banquete lleno de cosas deliciosas, aunque algunos de los platillos no nos gusten, la decisión de probarlos queda en cada uno, podemos elegir, eso es lo más maravilloso de esto.
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