Bien dicen que los amigos son el ingrediente primordial de las grandes memorias de nuestra vida, bueno, creo que nadie lo ha dicho así en una frase. En algunos casos, la amistad es prioridad antes que el amor. Bien, esta semana, se confirma esa frase, desde el viernes, iniciando el mes patrio de nuestro querido México, un grupo de buenos amigos, enfilamos enmedio de una terrible lluvia proporcionada por el huracán John, que en ese momento tocaba a Cabo San Lucas en la Baja California y nos disminuía la visibilidad de la carretera a casi cero. Hermosillo quedaba atrás y la playa de San Carlos, Nuevo Guaymas nos esperaba con los brazos abiertos y definitivamente mojados.
El ánimo no decayó en ningún momento, todos vivíamos, hablábamos, nos preocupaba la visibilidad, el poder tener algún incidente, afortunadamente, nada pasó en el trayecto, solo hizo que llegáramos un poco tarde, sólo un par de horas más tarde del plan original, que por otra parte cabe mencionar que no existía un plan como tal.
Inició el viernes, compramos bebidas y nos recluimos en el sitio sede de la Convención. En todos se dibujaba una sonrisa de no creer al cien por ciento lo libres que nos sentíamos. Alguien lo comentó, parecíamos veintiochoañeros. Para que hablar de la edad. La noche empezó y rápidamente dio paso a la madrugada que se consumió como el tabaco de esa noche.
Las risas no dejaban de sonar y su eco de repetirse, en algunos la prudencia y la preparación para el siguiente día les llevo a la determinación de irse a dormir, para estar en mejor disposición para el sábado, eran alrededor de las tres de la mañana. No pasaron ni cinco minutos cuando la algarabía de alguno de los integrantes motivó a la mayoría a continuar la celebración de ese día cero, antes de iniciar las actividades propias de la Convención. La fiesta se lleno de música de metal, el heavy, Slayer, Iron Maiden, Cinderella y un sinfín de agrupaciones de este género musical invadió el recinto. Parecía que la maldad se apoderaba de esos cuerpos que sólo se dedicaban a disfrutar una y otra vez del sonido incesante de las guitarras y el ritmo rabioso de una batería que se negaba a dormir. Pero todo ritual tiene su final y al alba los cuerpos requerían de un merecido descanso, Uno a uno, cayeron en brazos de Morfeo que complacido miró a los últimos en llegar a su reino, mientras el resto despertaba, ellos simplemente dormían.
Pocas horas más tarde, al filo de mediodía, en el orden de como fueron durmiendo, lenta y perosamente abrieron los ojos, la actividad, lo que les había llevado ahí, daba inicio, era el día uno.
Después de un buen baño y un delicioso desayuno, se preparó el terreno, limpiando un poco y tratando de poner orden, se empezó con un viaje a la playa, el Hotel Paradiso fue la primera parada, poca gente en realidad, una lástima el hotel que en algún momento fue toda una innovación turística cuando era parte del complejo de Club Med. De ahí fuimos a Piedras Pintas, una playa que se encuentra camino al Mirador Escénico, precisamente es la playa que desde lo alto del mirador se observa hacia el oriente. El mar estaba furioso y la marea estaba en el punto más alto que recuerde haberla visto, tomamos algunas fotos, disfrutamos enormemente el paisaje que nos regalaba el momento y enfilamos a lo alto del Mirador Escénico de San Carlos. Ahí nos esperaban unos deliciosos y reparadores cocos con callo, un cóctel que nos deleito y nos permitió desvanecer los efectos de la noche anterior como por arte de magia. Fuimos al mirador, nos volvimos a asombrar por ese paisaje inmenso y diferente con una cortina de lluvia y nubes negrísimas que se acercaban cada vez más a la orilla y que amenazaba con llenarnos de lluvia en muy poco tiempo. Con cierta nostalgia dejamos ese paraíso para la vista y nos dimos a la tarea de buscar un restaurant recomendado sin muchas señas, ahí por la nueva carretera que une a Miramar con San Carlos, a un lado del estero El Soldado, área protegida como reserva natural. Agradable trayecto que nos llevó a lo que será en un par de meses (esos es lo que dicen las autoridades) con el ansiado proyecto del Delfinario, proyecto que sin lugar a dudas, le fue de gran ayuda al actual gobernador del estado para ganar la elección. Continuamos y llegamos a Miramar, aun faltan detalles, pero la carretera es ya una realidad.
Era hora de tomar un breve descanso para preparar las actividades de la tarde. La comida se cambio por unos minutos de sueño, algunos no pudieron conciliar el sueño, para otros fue automático. Se antojaba una carne asada, pero el tiempo fue un enemigo a vencer, no tan terrible como la desgana que parecía apoderarse de todos, se veían los rostros cansados, pero en sus ojos brillaba la luz de la certidumbre de que esa noche todo sería diferente. A pesar de estar ni siquiera sentados, casi recostados en los sofás, viendo películas vistas decenas de veces, era una estrategia para recuperar un poco más de energía.
Llegó la hora y un baño de agua fría fue el remedio para despabilar lo poco despabilable, el ánimo estaba encendido, quedaban cosas por hacer, comprar provisiones, para más tarde, prever lo previsible y continuar con el orden del día, que para ese momento ya era de noche. Por medio de votación y de manera unánime se decidió cenar primero, para después ir por el equipamiento, ya que después de la ceremonia ritual de esa noche, es imposible encontrar por disposición de las autoridades establecimientos que surtan después de la medianoche, vale la pena aclarar que dicho equipamiento tenía un costo diez por ciento menos que en la ciudad de origen.
Una vez preparado el equipo para después de la ceremonia nocturna, la etapa de relajamiento. Nos dispusimos a mezclarnos con los naturales del lugar, donde encontramos raros hábitos aun inexplicables hasta el momento. Se notaba inmediatamente que no teníamos conocimiento del rito y sus normas, los horarios, el desplazamiento de las danzas, el código de comunicación utilizado, todo era algo casi nuevo para nosotros, que nos fuimos abandonando al ritmo que marcaba la banda tribal que orquestaba diferentes ritmos, algunos conocidos, otros no tanto. La noche nos llevó por donde quiso. En nuestros rostros apenas cabía nuestra sonrisa de triunfo, el elixir que bebimos, las pipas sagradas que consumimos, el olor de las feromonas y nuestra testosterona que fluía en una danza interminable. De pronto, la noche se aceleró como en un programa de comedia donde pusimos el Fast Forward. Nadie quería que acabara, pero insisto, todo ritual tiene su culminación. Salimos de ahí, renovados, felices, aun nos esperaba el resto de la noche, húmeda, fresca, nueva, asombrosa.
Nuestra sede nos acogió gustosa, nos cubrió de la lluvia, nos recibió como madre a sus retoños. Ahí fue otro descubrimiento, la capacidad del ser humano para continuar una fiesta, un hechizo total, guitarras, canciones, risas, cervezas, cigarros, felicidad, satisfacción, libertad, la amistad en su máxima expresión.
Paulatinamente, la luz a través de la lluvia anunciaba un día nuevo, esto no fue impedimento para disfrutar de manera pueril el agua de esa precipitación que no detenía su caída desde la noche anterior. Lo confieso, me hizo regresar a mi infancia, donde no se necesitaba de gran cosa para ser feliz. Volver a lo básico, en un bautizo privado, sin nadie más que yo y mi más profundo yo.
Dentro del recinto, los ánimos se tranquilizaban, analizaban cada detalle como temiendo no poder recordarlos nunca más. Llegó el momento de dormir, aunque fueran solo un par de horas, el cometido estaba cumplido, dejando detrás un difícil reto para superarlo el próximo año. A mediodía, reorganizar el viaje de regreso. No había tristeza, ni siquiera nostalgia, se respiraba, tranquilidad, serenidad y una felicidad que estoy convencido que durará mucho tiempo, atreviendo me a decir que es para siempre.
No cabe duda que la amistad es toda una experiencia. Gracias amigos, Laurence, Martín, Vlady, Paul... Definitivamente esta convención fue puro Rock ´n ´roll.
Nos vemos en la Convención CIFRA 2007 (Aunque podría organizarse una preconvención, digo, todo es posible...)
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