La primera vez que escuché su nombre estaba ligado a la palabra fotógrafo, seguida de publicidad. Era el año de 1991, cuando ingresé a la agencia Weissner Publicidad y Mercadotecnia como operador de la cabina de grabación y editor de video. En ese ambiente fui conociendo a los grandes de la publicidad en la entidad, el nombre de Don Alberto se pronunciaba constantemente. Fue en ese mismo año que tuve el placer de conocerle y de hablar con él. Su humor fino y una sonrisa siempre contagiosa. Mi primera impresión fue de una persona apasionada y generosa. No me equivoqué.
Tiempo después tuve el honor de trabajar en un proyecto de imagen turística para el estado, cuando las grandes agencias del estado se juntaron para formar Sonora Marketing, el proyecto se distribuyó entre las agencias, tocándole a Don Alberto la de capturar la belleza del estado y de su gente con sus lentes. En ese caso particular la labor fue encomendada a Alejandra Platt, siempre de la mano y la supervisión de un gran maestro. En ese tiempo, pude apreciar muchas de las fotografías hechas, creadas, captadas por su arte. Definitivamente Don Alberto Herrera sabía encontrar la magia en un instante.
Hoy por la tarde me enteré que había partido. Mi sentimiento fue de una tristeza momentánea, supe que ahora está en un mejor lugar. Sonreí y lo abracé de nuevo. Lo abracé como lo hacía cada ocasión que la coincidencia de la vida nos encontraba. Así le recuerdo, su saludo gritado ¡tocayo!, sus palabras, su generosidad para entregar secretos profesionales, su pasión para el trabajo, para la vida, pero sobre todo, su amistad.
Descanse en paz Don Alberto Herrera.
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