Entonando una canción desconocida, incluso para mí, me acompaña una tonada nueva y triste, pese a ello, me sonrío y sigo caminando en las desiertas calles de mi ciudad que ha crecido negándose a ello. Ya no hay vecinos contentos regando banquetas polvorientas y jardines, ni el asombroso aroma del café colado inundando los porches. No hay más niños jugando en las calles juegos sin juguetes, ni sus risas haciendo eco en las memorias.
No niego que soy parte y me siento orgulloso de los cambios que mi pueblo y mi gente ha tenido, ahora somos más ciudad, más modernos, aparecemos más en el mapa que antes, el comercio ha cambiado, ya no encontramos tantas tienditas de la esquina, ahora tenemos tiendas de conveniencia y minisupers, compitiendo por vendernos todo, hasta la felicidad la encontramos embotellada con etiquetas llamativas y en sabores dulces que nos permita hacer menos amarga la cotidianidad. Pero extraño tantas cosas que ahora hemos perdido.
Llegar a la casa y tomar café con leche y un pan de dulce recién horneado o las galletas de la abuela, las más sabrosas del mundo, compartir una soda con una tortilla de harina con queso fresco, encontrarnos en el porche y disfrutar de una tarde comiendo rodajas de sandía y reírnos de nada, caminar descalzo a la tienda buscando la sombrita para evitar la quemante tierra y comprar unas papitas y echarles chamoy con una coca cola de vidrio y tomártela en la esquina con los amigos, y pasar el tiempo, ir a la playa sin más que unos cuantos sandwish y unas sodas y pasar un día inolvidable con la familia o los amigos, escuchar la música de tiempo atrás y que los viejos que las vivieron en su momento cuenten anécdotas, que ya son más ficción que verdad de tantos añadidos que llevan, volar un papalote sin medir el tiempo que tenemos, hasta que la oscuridad del anochecer nos haga desistir de continuar... Hay tanto que extraño que pudiera volver a vivir, que es posible rescatar, sin embargo, la rutina del trabajo y el enorme esfuerzo que requiere me hace desistir del intento, creo que por lo pronto me tendré que conformar con la bendición de haber vivido tantas cosas en mi tierra y recordarlas con tanto cariño, ya que ahora es más difícil repetir, porque ya somos una gran ciudad.
1 comentario:
Me encantó tu comentario Alberto,
tan descriptivo que al leer, sientes de a poquito un opresión en el pecho y hacen que se te nuble la vista al querer tal vez volver a vivir esos tiempos tan bellos y significativos para nosotros. Al pensar en toda esa inocencia y ternura, en esa una vida tan simple, sin tanta complicación...Me lleno de Alegría!!Pero hay que aceptar que la vida cambia y nosotros tambien, pero aun asi, como tú, le doy gracias a Dios por haber vivido ese mundo tan maravilloso e irrepetible...
Recordé esta canción de Don Pablo Milanes...
CUANTO GANE, CUANTO PERDI...
Dónde estarán los amigos de ayer
la novia fiel que siempre dije amar.
Dónde andarán mi casa y su lugar
mi carro de jugar, mi calle de correr.
Dónde andarán la prima que me amó
el rincón que escondió, mis secretos de ayer.
Cuánto gané, Cuánto perdí
Cuánto de niño pedí
Cuánto de grande logré
qué es lo que me ha hecho feliz
qué cosa me ha de doler.
Si era vivir la infancia
con el ansia de todo saber
pues el saberlo todo y con nostalgia
ver lo que se fue.
Dónde estarán, a un lado de mi piel
los guardo bien y a veces brotarán
y endulzaran un brusco acontecer
llenándome de miel que muchos libarán.
Me lanzarán al viento
y a mi tiempo me retornarán
vendré feliz y fresco
para siempre sé donde estarán.
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